“Todo nacionalista acaricia la idea de que el pasado puede alterarse. Pasa la mayor parte del tiempo en un mundo fantástico en el que las cosas suceden como deberían suceder -en el que, por ejemplo, la Armada Invencible triunfó o la Revolución rusa fue aplastada en 1918-, y, cuando es posible, no duda en transferir fragmentos de su mundo a los libros de historia. Mucha propaganda de nuestra época no es otra cosa que mera falsificación. Se suprimen los hechos materiales, se alteran las fechas, las citas se sacan de su contexto y se manipulan para que digan lo contrario de su intencion real. Acontecimientos que se cree que no debieron haber tenido lugar no se mencionan, y más tarde se niegan (…). El principal objetivo de la propaganda es, por supuesto, influir en la opinión contemporánea, pero aquellos que reescriben la historia probablemente…
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